El señorío de Haro se encontraba en un estado de notable pecado por riñas, blasfemias, vicios y pecados públicos que las eutoridades eclesiásticas y civiles no eran capaces de contener. El día 21 de febrero del año 1535, primer viernes de cuaresma, llegó un grupo de doce frailes de la Orden de Predicadores de Santo Doingo de Guzmán, dirigidos por fray Pablo de la Cruz, hasta Villaescusa de Haro, y comenzaron su predicación.