Sorprende la valentía de esta niña mujer de diecisiete años, enfrentándose a una sociedad tan restringida de esa villa de la Mancha Santiaguista.
Soportó el desprecio de la persona amada cuando la abandonó. En un alarde de amor generoso, le recibió con los brazos abiertos cuando decidió regresar y se entregó de nuevo a él como esposa fiel; además de entregar su amor, le cuidó, le procuró sustento con su trabajo en el telar, soportó el desprecio de María, la madre de Juan, y aun así le dio más amor.
Después, sin nadie conocer las razones, apareció en una escena de aparente y extraño adulterio, con un comisario del Santo Oficio decrépito, feo y con halitosis. ¿Cómo una bella muchacha, sin que hasta ese momento hubiese dado muestra de deshonestidad, pudo acceder a los caprichos de ese hombre?