Mota del Cuervo (Cuenca). 1801 - Valencia. 1877.
Médico, historiador, profesor, bibliófilo, miliciano nacional y político progresista.
Quidquid Medicus peccat Natura corrigit actus; quo dille sinit perficit illa potens. (Juan Sobrarias Segundo, médico turolense)
León José Antonio Sánchez-Quintanar y Sánchez Nieto, nació en la localidad de Mota del Cuervo en febrero de 1801. Hijo de Tomás José Sánchez-Quintanar Madero y de Isabel Sánchez-Nieto Bustos, naturales de esta población de la mancha conquense cruce de caminos. Esta figura de la medicina conquense, valenciana y española ha sido rescatada del ostracismo y estudiada en profundidad por el profesor Micó Navarro de quien seguimos gran parte de los datos biográficos que aquí se recogen y hemos ampliado con la consulta de fuentes hemerográficas y bibliografía especializada.
Nada sabemos de la posición social y económica de su familia ni de los primeros años de León, que imaginamos transcurrieron en su pueblo natal durante la Guerra de Independencia. Casado con Gregoria Lamadrid García (1821-1865), natural de Presencio (Burgos), el matrimonio tendrá cinco hijos, a saber: Leandro (1835-¿?) diplomático que en Guayaquil (Ecuador) casará con Dolores Azpiazu; Eduardo (1839-1884) comerciante y vicepresidente del Círculo de la Izquierda Dinástica de Valencia; Isabel (1841-1900) casada con Gregorio Mascarós Case; Amalia (1848-1911) que casó con el viudo de su hermana Isabel; y Josefa (1849-1873).
La primera noticia de su formación intelectual nos la proporciona su expediente académico. Por él sabemos que estudio tres años de latinidad y elocuencia, si bien no sabemos la fecha ni el lugar, aunque parece probable fuese en Cuenca. Tras esta primera formación académica, lo vemos matriculado desde el 18 de octubre y hasta el 18 de junio de 1821 en la Facultad de Filosofía de la Universidad Central de Madrid. Como sucedió con muchos de sus contemporáneos, a los 22 años de edad, en 1823, lo vemos alistado en el Milicia Nacional voluntaria de Madrid. A ella se alistarán muchos jóvenes representantes de esa primera generación romántica de exaltados veinteañistas, que veía la revolución de 1820 como la ruptura radical con las instituciones del Antiguo Régimen. Con ella seguirá al gobierno constitucional a Sevilla y posteriormente a Cádiz donde pudo participar en la batalla del Trocadero (31-8-1823) frente a las huestes del duque de Angulema en defensa de la libertad y de la Constitución de 1812. Hecho por el que fue condecorado y dos veces declarado Benemérito de la Patria en grado heroico y eminente, condecorado con las cruces de honor y mérito de Cuenca, Cádiz y de las Epidemias.
Tras unos años en los que se pierde su pista, siguió los estudios académicos. Así, de 1825 a 1827 aparece como alumno de Botánica teórico-práctica en el Real Jardín Botánico de Madrid, asistiendo al mismo tiempo a clases de francés impartidas por Antonio Gil de Zárate en la Escuela de Comercio creada por esos años por el que fuera eterno ministro de Hacienda bajo el reinado de Fernando VII: Luis López Ballesteros. Al Real Consulado estuvo sometida la Escuela hasta la extinción del mismo, pasando entonces a depender de la Junta de Comercio. No sabemos si entre las enseñanzas gratuitas que ofrecía esta institución, abrazó León Sánchez-Quintanar las otras asignaturas que se ofertaban. Cabe añadir que la educación mercantil y de idiomas había sido un tanto abandonada en la formación de las carreras necesarias para la gobernación y la administración del Estado.

León José Antonio Sánchez-Quintanar y Sánchez Nieto
El 23 de noviembre de 1827 obtuvo el grado de Bachiller en Filosofía en el Real Colegio de San Carlos de Madrid, la gran escuela médica fundada por Antonio Gimbernat y Arbós (el Esculapio español del siglo XVIII). Un año después encontramos al moteño Sánchez-Quintanar estudiando Medicina y Cirugía en dicho Colegio, donde se le nombra oficial ayudante de secretaría del mismo, cargó que ocupará hasta 1829 en que la Junta de Gobierno, “atendiendo al celo de su desempeño” le nombra ayudante de bibliotecario. Por estas mismas fechas sirvió de amanuense al catedrático Juan de Mosácula en la composición de su gran obra: Elementos de fisiología especial o humana (1830). Fue Mosácula quien despertó en el joven y laborioso Sánchez-Quintanar su interés como bibliotecario. De él recibirá León Sánchez su formación ideológica y científica siendo además discípulo, amigo personal, albacea testamentario y biógrafo y al que dedicará el “Soneto a Mosácula”, publicado en Anales históricos de la Medicina General de Anestesia Clínica (1847). El 6 de junio de 1830 recibe Sánchez-Quintanar el grado de Bachiller en Medicina y Cirugía, con la calificación de Sobresaliente, y en 1832, por unanimidad, es recibido como Doctor por dicho Colegio.
Por Real orden (26-03-1832) es nombrado médico-cirujano del 1er Batallón del Regimiento de Cazadores Provinciales de la Guardia Real. En él, será León Sánchez el encargado de los hospitales y servicios sanitarios del Ejército de Observación sobre Portugal, que se hallaba en Salamanca, al mando del general Pedro Sarsfield. En esta ciudad castellana, en el verano de 1832, tendrá Sánchez-Quintanar que hacer frente a una “calentura epidémica de tifus”. Finalizada la epidemia, firma una plaza vacante de médico-cirujano de Familia Real, obteniendo la mejor nota del total de los doce opositores que optaron al puesto. A pesar de este éxito, lo vemos nuevamente, en 1833, optando al mismo puesto en el Real Sitio de San Ildefonso, siendo propuesto en segundo lugar. Plaza a la que volverá a concurrir en 1834 quedando en el 3er lugar entra la terna de opositores.
En la epidemia de cólera que asoló España en el año 1834 León Sánchez-Quintanar fue designado por la Junta Superior Suprema del Reino director de la Casa de Socorro de Madrid establecida en el convento de San Basilio con objeto de atender a los enfermos afectados del barrio de las Maravillas. Allí debió conocer la situación de desamparo en que el gobierno de Martínez de la Rosa había dejado a la capital de la Monarquía ante al brote epidémico. Y allí debió tener noticia del estallido del motín popular anticlerical del 17 de julio de 1834 que culminó con la matanza de frailes acusados de envenenar las aguas de las fuentes públicas. Mientras, en el Norte de España, se iniciaba la Primera Guerra Carlista. Verdad es que la epidemia se propagó por todo el país –a pesar de los cordones sanitarios que se establecieron- gracias al movimiento de tropas ocasionado por la Guerra de Sucesión portuguesa y al establecimiento de los propios cordones militares, verdadero foco de contagio del mal asiático. Y si a este terrible panorama sumamos la crisis de subsistencia, tenemos una pirotecnia perfecta para derribar el gobierno y acelerar una revolución popular. Algo que, finalmente, no llegó a suceder.
No sabemos si León Sánchez-Quintanar –en calidad de responsable médico de la Casa de Socorro– llegó a formar parte de la Junta de Sanidad establecida en Madrid con motivo de la epidemia de cólera de 1834. Aunque parece factible por el hecho de que en otros puntos del país cargos similares lo fueron. En cualquier caso, es un papel a profundizar en su biografía. Lo que sí sabemos es que el Gobierno, en agradecimiento a sus servicios, solamente le obsequió con una mención honorífica. Esperaba León Sánchez quizá algo más por parte del Gobierno de S. M., como el haber sido nombrado médico-cirujano titular de alguno de los Sitios Reales a los que había opositado. No obstante, por Real orden, se mandó hacer –el 5 de septiembre de 1835– en todos los boletines oficiales mención honorífica del celo con que ejercieron su profesión en beneficio de la humanidad durante el cólera-morbo sufrido por la villa de Madrid, los facultativos de medicina y cirugía León Sánchez-Quintanar, Manuel Mateu y Fort y Juan Bautista Bello.
Como Sánchez-Quintanar cuenta en sus papeles, por estar al servicio de la Patria y de los madrileños durante el brote epidémico de 1834 había rechazado una auténtica fortuna costeada por once familias de ricos propietarios de Mota del Cuervo –encabezados por Francisco Ortega– para acudir en auxilio de sus paisanos donde el cólera hizo auténticos estragos. Sin embargo, años más tarde le fueron agradecidos los servicios prestados en la epidemia de tifus de Salamanca de 1832 en la que se había destacado como director del Hospital Militar de la ciudad que fuera testigo los amores furtivos de Calixto y Melibea y de la miserable infancia Lázaro de Tormes. Por esta labor y por su actuación en la epidemia colérica de Madrid (1834) y la tifoidea que afligió al ejército cristino en Miranda de Ebro (1836) la Reina Gobernadora la concedió la Cruz de Distinción de Epidemias (1837) y se le nombró director del Hospital provisional de sangre que se estableció en el Colegio de las Escuelas Pías de San Antonio (1837) ante la llegada de la Expedición Real (1837) a las puertas de Madrid.
Nuevamente oposita Sánchez-Quintanar a las plazas vacantes de médico-cirujano en la administración pública aunque en este caso en la Sanidad Militar. Corría el año 1835 y opta a las vacantes del Hospital Militar de Ceuta y del 3er Batallón del Regimiento de Infantería de Mallorca pero no será hasta febrero de 1836 cuando consiga una plaza como médico-cirujano del Ejército. Será como 2º ayudante de Cirugía en el Ejército del Norte siendo destinado al Hospital Militar de Miranda de Ebro donde mejoró su funcionamiento. En la localidad burgalesa contrajo el tifus -enfermedad que lo tuvo al borde la muerte- también una terrible parotiditis y una grave oftalmia. Estas enfermedades motivaron su licencia absoluta finalizando así su carrera médica en el Ejército español (1836).
Ese mismo año de 1836 es el año de la muerte del insigne profesor del Colegio de San Carlos y autor de la Historia bibliográfica de la medicina española, Antonio Hernández Morejón. Había sido Sánchez-Quintanar discípulo de Hernández Morejón el último año de licenciatura y después de haber obtenido el grado de médico mereció de éste la confianza para escribir su importantísima Historia de la Medicina. Padecía desde hacía años escasez de vista Hernández Morejón y Sánchez-Quintanar, al parecer, le leía los autores y le traducía los franceses. Recordemos a este punto que León Sánchez había aprendido francés en la Escuela de Comercio de la mano del escritor y político madrileño Antonio Gil de Zárate, quien de pequeño se había educado en el colegio parisino de Passy. En la obra de Antonio Hernández Morejón titulada Bellezas de Medicina práctica descubiertas por […] en el ingenioso caballero Don Quijote de La Mancha compuesto por Miguel de Cervantes (1836) se da constancia de estos hechos.
Socio fundador y vicesecretario de la Junta de Apoderados de la Sociedad Médica General de Socorros Mutuos (1836), lo es también (socio fundador) del Montepío de facultativos médicos, del que poseía 8 acciones de 4ª clase, y desde 1854 es integrante de la Academia de Medicina y Cirugía de Valencia donde formará parte de la Comisión permanente de Medicina Legal. Sección 2ª junto a Manuel Encinas, Joaquín Casañ y Joaquín Rodrigo desde 1855.
Frustrada esta carrera en la Sanidad Militar, en marzo de 1838 vemos a León Sánchez-Quintanar optando a una nueva vacante de médico-director de aguas y baños minero-medicinales en el Balneario de Alange (Badajoz). Es el mismo año en que escribe su inédita Memoria sobre las propiedades y virtudes de las aguas termales de Arnedillo, en La Rioja. No habiendo obtenido el puesto, en 1840, exiliada ya la reina María Cristina y declarada la Regencia del general Espartero tras la revolución septembrina, Sánchez-Quintanar será nombrado ayudante 4º de bibliotecario de la Biblioteca Nacional de Madrid destinándolo a la Sección de Medicina, Ciencias Naturales y Biología al serles conocidas estas materias. Conocimientos y destino que fue aprovechado por un laborioso León Sánchez para acopio de materiales para la redacción de la que será su gran obra histórico-médica: La Biblioteca Médica Hispano-Lusitana.
El 11 de abril de 1840 presenta ante la Real Academia de Emulación de Ciencias Médicas de Madrid –institución fundada en un salón de la casa del médico y catedrático Melchor Sánchez de Toca– y en colaboración con José Rodrigo y José Abades, un Dictamen sobre la epizootia de ganado de cerda y vacuno. El origen de esta Academia hay que buscarlo en un entusiasta grupo de jóvenes ex alumnos del Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos que, aunados, querían contribuir al lustre, gloria y estudio de la Medicina española. Entre ese grupo de 40 a 50 jóvenes médicos fundadores de la Academia se encontraba nuestro León Sánchez-Quintanar. Tres días después se fundaba el Instituto Farmaceútico Español (11-1-1840). La Academia había nombrado una comisión formada por Sánchez-Quintanar, Abades y Rodrigo en la que comparados los síntomas que había presentado la epizootia en otras provincias invadidas, analizaron las medidas preventivas a adoptar por parte de las instituciones para evitar su propagación al consumir carne afectada. Tanto Sánchez-Quintanar como sus colegas de comisión discutieron dos cuestiones centrales: si la enfermedad podía transmitirse a otros animales -algo que consideraron posible atendiendo a los casos descritos por Sauvages, Pedro Barrera y otros-, y su propagación con respecto a los seres humanos, de la que no existían certezas pero atendiendo a la gravedad del asunto aconsejaron tomar medidas higiénicas y sanitarias respecto al consumo de las carnes de los animales enfermos y sus productos, aún en el grado más leve, opinando –con fundamento- que debía prohibirse el consumo, incluso en casos leves, por motivos de higiene pública. Aprobado el nuevo reglamento de la Academia, el 20 de junio de 1840 se procede a la elección de cargos habiendo sido elegido León Sánchez-Quintanar entre sus miembros. Era secretario de la tercera sección (Patología interna y externa, observaciones clínicas y obstetricia) bajo la presidencia de José Figuer.
Instalado ya en Valencia y ocupado en sus estudios sobre literatura médica española fue el primer autor que completó un artículo crítico-literario en 1850 acerca de Oliva Sabuco, autora de la Nueva Filosofía, un clásico de la literatura renacentista española fuertemente influenciado por el platonismo y verdadero manifiesto contra el galenismo. Además, es Sánchez-Quintanar, quien prueba que Francisco Núñez de Coria, Francisco Núñez de Oria –toledano natural de Casarrubios– y Francisco Núñez –autor del Libro del parto humano–, todos tres, eran la misma persona. Sobre este asunto se puede ver la interesante polémica entre los doctores Ildefonso Martínez Fernandez –editor moderno de los médicos filósofos Juan Huarte de San Juan y Oliva Sabuco– y José María Muñoz Ferrón publicada en las páginas de la Gaceta médica entre febrero y diciembre de 1853. Ambos médicos, al igual que León Sánchez-Quintanar, se encontraban vinculados a la Sociedad Médico-Quirúrgica de Emulación e Instrucción Recíproca. Pero, por desgracia, tan curiosos y minuciosos trabajos de Sánchez-Quintanar no alcanzaron la publicidad que merecieron en su época para honra de la medicina española. Quizá su modestia lo impidió. Afortunadamente, gran parte de su obra inédita ha sido dada a luz por un grupo de historiadores de la medicina de la Universidad de Valencia.
A los 43 años de edad, Sánchez-Quintanar es nombrado catedrático en propiedad del Colegio de Prácticos en el Arte de Curar de Sevilla (19-6-1844). Durante su estancia en la capital hispalense colabora en la traducción al castellano del Compendium de Medicina de Mouneret y Fleury (Madrid, 1844-1850) y en la obra Patología interna de Valeix (1845-1848) de la que tradujo el tratado de Enfermedades de las vías urinarias (publicada en Madrid bajo el título de Cirugía del Médico Práctico, Ignacio Boix, 1845-1848). No debió gustarle mucho la estancia a León Sánchez-Quintanar en Sevilla, pues en 1846 se doctora en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Central (10-5-1846) siendo nombrado después catedrático de Historia Natural Médica de la Universidad de Santiago de Compostela (17-11-1846) cargó que no llegó a desempeñar puesto que casi a fines de año, el 21 de diciembre, era designado para ocupar la cátedra de Patología Quirúrgica de la Universidad de Valencia. En la ciudad del Turia pasará León Sánchez el resto de su vida. Ese mismo año de 1846 publicaba Sánchez-Quintanar una interesante “Observación clínica de un aneurisma de la aorta ventral recogida en la Clínica quirúrgica” en Archivo de Medicina Española y Extranjera, nº 2 (1846); pp. 273-283 y 328-332.
Valencia será, como decimos, la ciudad que va a ser testigo de los mejores años académicos y políticos de León Sánchez-Quintanar. Vivirá primero en la calle de la Sangre, nº10, cuarto 2º. Años después, en 1864, traslada su domicilio a la calle Liñán, nº 3, cuarto 2º, junto al Mercado Central. En el año 1847 escribirá la biografía de su mentor y gran amigo Juan Mosácula. Una biografía que como señala Juan Antonio Micó (a quien seguimos en esta biografía) permanece, todavía hoy, inédita. Un año después redacta un Informe de los autores que han de servir para la asignatura de Patología Quirúrgica y publica el más que interesante folleto Reseña histórica del pleito entre D. León Sánchez-Quintanar y D. Patricio de Moya… sobre remuneración de servicios facultativos… a su hijo D. Manuel. En él relata Sánchez-Quintanar que hallándose accidentalmente en Mota del Cuervo requirió sus servicios Patricio de Moya, abogado, político y rico propietario de Los Hinojosos, cuyo hijo, Manuel se encontraba gravemente enfermo encaminándose a un fatal destino que solo la intervención facultativa de Sánchez-Quintanar pudo evitar. El resto de la historia se lo dejamos al contumaz lector, al cual invitamos a leer el mencionado folleto.
En enero de 1849 encontramos a León Sánchez domiciliado en Madrid, en la calle de San Vicente, nº 188, cuarto principal. Desconocemos los motivos. No obstante, siguió nuestro biografiado ocupado en la redacción de sus manuscritos de la Biblioteca Médica Hispano-Lusitana y la Biblioteca Quirúrgica Hispano-Lusitana las cuales había empezado, como vimos, en sus años de estudios en Madrid y en su labor como oficial de la Biblioteca Nacional de Madrid.
Tras un vertiginoso ascenso en el escalafón del cuerpo de catedráticos de Universidad, en 1853 lo vemos pronunciando el discurso de apertura del curso académico ante la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valencia de la que era socio de número. Era presidente de ella, por entonces, su compañero y correligionario político José Pizcueta Donday, bajo cuya dirección vivió el Jardín Botánico de Valencia su época de mayor esplendor. El título de la conferencia inaugural: ¿La reunión de las heridas de primera intención es debida a una acción fisiológica, o interviene la inflamación para procurarla? Por Real Orden (17-6-1855) fue secretario de una comisión especial para la redacción de los reglamentos para el régimen interior de las Facultades de Medicina y Farmacia de España. 1861 parece ser el año en que da a luz la monografía Nuevas consideraciones teórico-prácticas acerca de la inflamación ilimitada o no circunscrita, llamada flegmón difuso. En 1863, el decano José Romagosa le designa para contestar el discurso que debía pronunciar Francisco Armet en su recepción como catedrático de la Facultad de Medicina. Versó el discurso de Sánchez-Quintanar sobre “La anestesia y medios anestésicos bajo el punto de vista médico”. El mismo, se publicó al año siguiente en la publicación especializada Siglo Médico, nº 11, 1864, pp. 403-406 y pp. 436-438. De la misma data es su obra Memoria del estado y sucesos ocurridos en la Clínica Quirúrgica de ambos sexos en la Facultad de Medicina de Valencia.
León Sánchez Quintanar tenía una mentalidad anatomoclínica semejante a la de José Romagosa. De ambos, formados en el Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid, partió la cirugía valenciana de la segunda mitad del siglo XIX basada en la relación de la observación de los enfermos con la anatomía patológica macroscópica, pero abierta a los datos y nuevos planteamientos de la microscópica y también por la primera barrera de la cirugía de la época: el dolor. Ello se refleja en las obras Nuevas consideraciones teórico-prácticas acerca de la inflamación ilimitada o no circunscrita llamada Flegmón difuso (Valencia, Imprenta José María Ayoldi, 1861), De la anestesia y medios anestésicos, bajo el punto de vista clínico (1864) y La inflamación al alcance de los cursantes de cirugía (Valencia, Imprenta Ferrer de Orga, 1871). Aunque no fue un operador tan brillante como Romagosa, Sánchez-Quintanar realizó algunas aportaciones a la práctica quirúrgica. La más notables de las cuales expuso en un acontecimiento importantísimo para historia médica española como fue la celebración en Madrid en 1864 del Ier Congreso Médico Español, tres años antes del Ier Congreso Médico Internacional celebrado en París.
En este congreso celebrado en Madrid participa León Sánchez-Quintanar de un modo destacado, siendo nombrado vicepresidente de la sesión inaugural y presentando una interesante comunicación sobre la “Desarticulación de la rodilla a colgajos laterales, semicirculares, con ablación de rótula y membrana sinovial, a consecuencia de un violento traumatismo en la pierna…”. La intervención fue realizada por Sánchez-Quintanar en febrero de ese año en el Hospital General de Valencia al enfermo Ramón Izquierdo, de 15 años de edad, el cual había sufrido una caída de un carro en el pueblo de Gilet, pasándole una rueda sobre la pierna izquierda. En el Congreso Médico Nacional hizo también León Sánchez-Quintanar notables reflexiones sobre la posibilidad de la curación del cáncer por medio de la destrucción del magma.
En septiembre de 1866 –y de forma interina– se encarga del decanato de la Facultad de Medicina de Valencia. Un cargo accidental que volverá a ocupar desde febrero de 1867 y hasta 14 de julio de 1868. Durante el Sexenio Revolucionario es nombrado Sánchez Quintanar director del Hospital Provincial de Valencia cargo que desempeñó hasta octubre de 1869. En 1871 publica la monografía La inflamación al alcance de los cursantes de Cirugía, con algunas consideraciones recomendaciones al estudio de esta parte de la ciencia que dedicó a su maestro y amigo Juan Mosácula. Proclamado el gobierno de Iª República Española, en septiembre de 1873 se hará cargo Sánchez-Quintanar del decanato accidental de la Facultad de Medicina siendo, a la vez, nombrado vicerrector y decano en febrero de 1874 en sustitución de Fernando Vilda, cargó que ocupó León Sánchez hasta el 6 de junio de 1874. Los últimos años de su vida los pasará apartado de la docencia. Así, en septiembre de 1876, se encontraba gravemente enfermo muriendo meses después víctima de una terrible apoplejía. Eran las tres y media de la tarde de un 17 de marzo de 1877 cuando el domicilio familiar de la calle Torno de San Cristóbal, nº1, se produjo el fatal desenlace. Bastante tiempo hacía que el ilustre catedrático conquense se hallaba afectado por una enfermedad crónica que había minado lentamente su enérgica y privilegiada constitución, hasta el punto de obligarle a abandonar la enseñanza y pedir la jubilación que obtuvo inmediatamente.
El día 17, a las cuatro de la tarde y con asistencia de sus hijos, sus comprofesores y correligionarios políticos, fue enterrado León Sánchez Quintanar en el Cementerio General de Valencia. Había dejado en los treinta años que vivió en tierras valencianas gran aprecio y consideración entre quienes le llegaron a tratar por su honradez e innegable celo en el desempeño de su deber como médico y docente. Sus restos y los de su esposa Gregoria Lamadrid y sus hijos Josefa y Eduardo fueron exhumados en 1888 para trasladarlos al panteón familiar obra de escultor valenciano José Aixá Íñigo. Más tarde serían enterrados los de sus hijos Amelia e Isabel, y el esposo de ambas Gregorio Mascarós Case. En 1893 y a instancias del decano de la Facultad de Medicina, el renombrado médico turolense Nicolás Ferrer Julve, la biblioteca de la mencionada Facultad adquirió el valioso legado archivístico y bibliográfico de León Sánchez Quintanar. Un donativo que no pasó desapercibido para S. M. que en un Real orden manifestó a los hijos del doctor León Sánchez-Quintanar el agrado con que se vio el donativo de 1220 volúmenes con destino a la Biblioteca de dicha Facultad.
En el palenque político fue León Sánchez-Quintanar un personaje de ideología liberal, un progresista puro amante del constitucionalismo y de la soberanía popular. Es también su faceta política la más olvidada en sus biografías conocidas. Intentaremos dar algo de luz a este capítulo de su vida. En el terreno político fue elegido diputado suplente por la provincia de Cuenca en las elecciones celebradas el 15 de febrero de 1841 obteniendo un total de 2128 votos. Reconocido esparterista, ese mismo año, en octubre, es nombrado para una de las cuatro plazas de Ujier de Saleta de la Reina Isabel II de nueva creación. Por El Espectador (25-10-1843) sabemos del oficio de destitución de León Sánchez-Quintanar como ujier de saleta. Se le acusaba, por parte del tutor de S.M., del poderoso influjo que había ejercido en todas las elecciones celebradas en Madrid en favor del partido del progreso y que continuaba sosteniendo en las que se acababan de celebrar. Además, justificaba el conde de Santa Coloma la destitución de Sánchez-Quintanar en los insultos que había manifestado nuestro biografiado en contra del nuevo gobierno establecido, así como el aviso por parte de la autoridad política de su asistencia a reuniones sospechosas. Aunque fueran ciertas tales acusaciones, y como pone de manifiesto el redactor de El Espectador, el cargo de ujier de saleta no tenía la menor intervención en la marcha de la administración política y mucho menos influencia en Isabel II.
En Madrid, en sucesivos años y desde junio de 1836 aparece León Sánchez-Quintanar en la mesa del Quinto Distrito (parroquia de San Ildefonso) luego Distrito de la Universidad, como secretario escrutador en distintas elecciones hasta 1843. Precisamente, en la Junta instalada en las salas capitulares de la villa de Madrid en marzo de 1838, por los 37 electores que nombró la capital de la monarquía, todos progresistas, bajo la presidencia del jefe político y con asistencia de público, tomó la palabra el elector Marcelino Calero y Portocarrero manifestando cuán conforme sería a los sentimientos de los buenos madrileños que se diese un testimonio público de afecto al Serenísimo infante don Francisco de Paula, nombrándole primer alcalde constitucional de la capital del Reino. El elector Fermín Caballero (parroquia de San Sebastián) le contestó que estaba muy conforme en los sentimientos de aprecio y benevolencia de que era merecedor S. A. como infante leal al trono legítimo, como amante de las instituciones y de las personas liberales; pero que estando la ley terminante en contra de la indicación, y especialmente el artículo 205 de la Constitución de 1812 (que regía el punto en cuestión) tenían los electores que sofocar los deseos y simpatías respetando la ley, en cuya virtud obraban. Reforzaron estas razones Juan Lasaña Mathé y León Sánchez-Quintanar.
León Sánchez-Quintanar es uno de los milicianos nacionales que se vieron envueltos en la célebre causa por los acontecimientos de los días 23 y 24 de febrero de 1840 en las inmediaciones del Congreso de los Diputados. De ello da buena cuenta Salustiano Olózaga en sus discursos parlamentarios de esos días. Existe un notable documento publicado por El Eco del Comercio que nos da una idea cabal de las acciones y los medios de los que se valió el Gobierno para seguir gobernando de una manera absolutista bajo una forma constitucional, y en cierto modo cuestionando la legitimidad de las elecciones y de los diputados de esa legislatura. En las elecciones hubo vicios insubsanables que las hacían evidentemente nulas. En Madrid, incluso, se declaró el estado de sitio para que nadie pudiera dar su opinión sobre la ilegal constitución del Congreso. Un estado de sitio que necesitaba ser fundado en alguna razón plausible y para ello el Gobierno fabricó un motín valiéndose al efecto de la policía secreta y de algunos periódicos de la cuerda. Era la antesala de la tempestad que vino a estallar en septiembre de 1840. Con motivo de esta bandería por parte del Gobierno -que atacó la libertad de imprenta y la seguridad nacional- se izó un monstruoso proceso formado por aquellos acontecimientos de orden público contra los miembros de la milicia ciudadana de Madrid que siempre habían sostenido y defendido el decoro del Congreso, la libertad y el trono constitucional. Este célebre proceso, en el que incluso se vio encausado José de Espronceda, tuvo sentencia de absolución (15-11-1840) para León Sánchez-Quintanar y sus compañeros de armas; también para Espronceda que había actuado como fiador de los procesados. Peor suerte corrieron los agentes del Gobierno que motivaron la formación de la causa, entre ellos varios celadores de la policía, a los que se condenó a varios meses de presidio en el correccional de la Corte –algunos la redimieron con veinte duros y el pago de las costas del proceso- y la pérdida de sus empleos en la administración pública por haber faltado en sus declaraciones a la religiosidad del juramento constitucional que exigían sus cargos.
Ese mismo año aparece en la lista de general de socios de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos de Madrid (Reglamento de la […] Madrid: Imprenta de León Amarita, 1840) en la que coincidió con otro conquense: el abogado Agustín Severiano Fernández y lo vemos firmando la felicitación que hace al duque de la Victoria el 2º Batallón de la Milicia Nacional voluntaria de Madrid con motivo del término de la guerra civil entre cristinos y carlistas. Junto a sus hijos Leandro y Eduardo se encuentra en la inscripción abierta por la Diputación Provincial de Madrid para obsequiar el duque de la Victoria. Donan cuatro reales cada uno de ellos.
Afincado en la Valencia liberal desde 1846 poco o nada sabemos de su actividad política hasta llegar a la décadas de los sesenta y setenta del siglo XIX. En un suplemento a El Heraldo encontramos a León Sánchez-Quintanar en la exposición que algunos habitantes de la provincia de Valencia dirigen a la reina con “motivo del triunfo conseguido en la madrugada del 7 de mayo de 1848 sobre los trastornadores revolucionarios del orden público”. La exposición se insertó en la Gaceta de Madrid (08-05-1848). Es también suscriptor del monumento a Quintana con 25 reales (1857) y para los heridos e inutilizados del Ejército español en África (1860) con una donación de 40 reales.
Aunque muchas de las figuras capitales del progresismo valenciano como Peris y Valero, Catalá de Boil, Capafons Piquer o Pascual y Genis reconocieron como su maestro y mentor a Manuel Calvet Revuelta creemos oportuno decir que el ascendiente de León Sánchez-Quintanar sobre los mencionados no debió ser mucho menor. Es probable que al igual que los progresistas puros Peris y Valero, Pascual y Genís, Joaquín Catalá de Boil, Félix Pizcueta o Jaime Peiró y Dauder, se viera tentado Sánchez-Quintanar por la Unión Liberal para entrar a formar parte de la nueva situación política que enfrentaba España. Parece factible la hipótesis de que Sánchez-Quintanar junto a otras corrientes liberales encabezadas por Peris y Valero participase en el movimiento revolucionario contra el conservadurismo gubernamental de Narváez que llevó a los valencianos al Bienio Progresista. Igual de opaco parece su participación en el movimiento revolucionario de 1868. No sabemos si pudo ser uno de los representantes de las corporaciones valencianas que recibió el 2 de octubre de 1868 al general Prim en Valencia ni si llegó a participar en las reuniones de la democrática Sociedad del Mortero que tenía su cobijo en la trastienda de la Farmacia de Domingo Capafons. Más nítida está su participación en la reorganización del movimiento progresista en la ciudad y la provincia de Valencia participando en la conocida campaña de banquetes promovida en 1864. También de la Tertulia democrática. Desde 1863 y hasta 1868 los progresistas valencianos, capitaneados por Peris y Valero entrarán en una pendiente revolucionaria que les llevara a participar de lleno en las conspiraciones promovidas por el general Prim. Veamos cada uno de estos puntos.
Con motivo de hallarse en Valencia Salustiano Olózaga, Joaquín Aguirre y Laureano Figuerola, iniciaron algunos progresistas puros valencianos el propósito de ofrecerles un sencillo almuerzo político en el elegante salón del Círculo Militar y Liceo Valenciano a fines de marzo de 1864. Cuatrocientos progresistas de toda la provincia de Valencia se congregaron allí por su fe política y deseos de tomar parte en aquella cívica solemnidad que pretendió la resurrección del nuevo Lázaro. La metáfora, por las circunstancias y las fechas, nos parece oportuna. Habló Sánchez-Quintanar en un acto en el que también tomaron la palabra, entre otros, Peris y Valero –desde hacía tiempo el líder más caracterizado de los progresistas valencianos–, Félix Pizcueta, Rafael Blasco, Cristóbal Pascual y Genis y el médico botánico Mariano Batllés. En el banquete también estuvieron representados tres comisionados del comité de Murcia. Olózaga en su discurso hizo protestas del monarquismo aconsejando a sus amigos políticos que continuaran en el retraimiento mientras no desaparecieran las causas que lo habían motivado. Habló también el ilustre jefe civil de los progresistas puros de las farsas políticas que se habían representado en nuestro país, aludiendo claramente a los acontecimientos de 1843 y 1844 que dieron tanta fama y fueron causa de la ruina progresista. Estaba arremetiendo Olózaga contra la conducta de los que fingiendo conservar el honroso título de progresistas, al que debían su inmerecida importancia política, se aliaron con la reacción, ayudando con su voz y voto al falseamiento sistemático del gobierno representativo. Tras estas palabras de Olózaga, se leyó el intencionado apólogo “El niño-hombre (Juan Lanas)”.
León Sánchez-Quintanar bosquejó con sencillas y espontáneas frases algunas de las vicisitudes por las que había pasado el partido progresista y después de tributar un recuerdo de dolor a los mártires de la libertad como Muñoz Torrero, Briga, Zurbano y otros, anunció a los jóvenes afiliados en su partido que se preparasen a sufrir penalidades, porque podían llegar nuevos días de prueba que sería preciso resistir con decisión. También inició el pensamiento de fundar una Tertulia progresista, a imitación de la de Madrid, sin olvidar al tiempo la creación de un periódico liberal. Este órgano del partido será Los Dos Reinos dirigido por Peris y Valero. No era extraño este pensamiento de Sánchez-Quintanar pues las opciones políticas se canalizaban en partidos, pero también en grupos de opinión, en círculos (Tertulias) y en prensa doctrinal. Olózaga, recordando las indicaciones de Sánchez-Quintanar encareció la necesidad de contribuir a la traslación a España de los restos mortales del virtuoso sacerdote Diego Muñoz Torrero, “el primero que proclamó en nuestra nación el dogma político de la soberanía nacional” –son palabras del propio Olózaga–. Reagrupado el progresismo en 1863 y marginado del poder por Isabel II, su posterior fortalecimiento se lo debemos a las figuras de Peris y Valero y, como veremos a continuación, de Sánchez-Quintanar.
Por La Iberia sabemos de la reagrupación de los progresistas valencianos. No podían permanecer indiferentes al movimiento que se estaba verificando en Madrid por la minoría progresista del Congreso. En mayo de 1863, en la casa del conde del Parcent, se reunieron los partidarios del progreso de aquella provincia que había sido una de las que más se resistieron el influjo de la Unión Liberal, a la cual se afiliaron antiguos jefes del partido que se blasonaban de liberales. Huérfanos de esos antiguos jefes, merced a sus reiteradas evoluciones en sentido conservador, procuraron los reunidos en la casa del conde de Parcent la poderosa iniciativa de unirse bajo la bandera del progreso y emprender la campaña electoral de 1863 para recuperar el timón del Estado. La circular con la nueva doctrina del partido progresista valenciano fue firmada por una larga lista de nombres entre los que encontramos el de León Sánchez-Quintanar. Meses después encontramos un interesante documento publicado en La Nación. Hablamos del acta de instalación del comité progresista de Valencia. En el libro de actas del mismo encontramos la constitución del nuevo comité de esta provincia el 15 de octubre de 1864. Abierta la sesión por Nicolás de Minuissir, presidente del anterior comité, se acordó por unanimidad y a propuesta de Cristóbal Pascual y Genis (secretario interino del comité) la elección y nombramiento de León Sánchez-Quintanar –representante del distrito del Mercado junto con Leoncio Torrent y Manuel Jordán-como presidente interino del Comité Progresista de Valencia. Sobre Nicolás de Miniussir se puede una más que interesante semblanza biográfica en https://diccionariobiograficodecastillalamancha.es/biografias/nicolas-miniussir-y-giorgeta/ redactada por Francisco José Martínez Carrión.
Los progresistas valencianos de adhirieron al manifiesto-programa publicado por el Comité Central del partido (20-11-1865) y también a la adhesión que del mismo hizo Baldomero Espartero días después. Bajo el encabezamiento “A los progresistas de la provincia de Valencia” los miembros del partido del progreso mostraron su conformidad con el retraimiento electoral y se adhirieron a las ideas, principios y propósitos consignados en el manifiesto del central, doblemente avalorado, si cabe, después de la “espontánea” adhesión al mismo por el ilustre pacificador de España. El documento, validado en Valencia el 29 de noviembre de 1865 está firmado por los principales dirigentes de la Junta Central del Partido Progresista de Valencia encabezado por José Peris y Valero (firma por autorización); León Sánchez-Quintanar; José Esparza; Pedro Moreno; José Bañón; Juan Piñal; Manuel Jordán; Miguel Domingo; Manuel Blanco y Cano; Miguel Hueso; Leoncio Torrent; Domingo Capafons y Piquer; Cristóbal Pascual y Genis. Muchos de ellos con una fructífera trayectoria política al amparo de Perís y Valero durante el Sexenio Democrático ocupando puestos en la Junta Revolucionaria y en las corporaciones municipal y provincial. Con la escisión del Partido Progresista, terminarán algunos integrando las filas del Partido Radical y otros, con la Restauración, se incorporaran a las filas de constitucionales de Sagasta a las filas de la Izquierda Dinástica o en defensa del republicanismo posibilista de Castelar. Ese mismo comité, con León Sánchez-Quintanar como presidente interino, es el que dirige en diciembre de 1865 un sentido pésame a Salustiano Olózaga por el rudo contratiempo de la pérdida de su malograda hija Eloísa.
Por el periódico progresista barcelonés La Corona, dirigido por Víctor Balaguer, la Tertulia progresista de Valencia, conocemos la suscripción que levantaron los progresistas valencianos para ayudar a los damnificados por la riada de San Carlos de 1864. Una ayuda, de 50000 reales, que hicieron extensiva no solo a Alzira, sino también a todos los pueblos de la provincia de Valencia y principales capitales de España que se vieron afectadas. Quedó nombrada una comisión encargada de llevar a efecto este pensamiento. La formaron Salvá, Sánchez Almodóvar, Peset, Ripollés, Mata, Montesinos, Pascual y Genis, Pascual Silvestre, Bañón, Viquer, Mercader, Gisbert, Batllés, Fandos, Pardo de la Casta, Moreno, Domingo y Roncal, Peris y Valero y León Sánchez-Quintanar. Tanto esta campaña como la de epidemia de cólera del año siguiente la plantearon los progresistas valencianos como auténticas campañas de proselitismo político.
Desde 1864 el país presentaba signos precursores de crisis. A las inundaciones mencionadas, conocidas como “La riada de San Carlos”, se sumaron una serie de malas cosechas que agravaron la crisis financiera de 1866, de origen europea. Sin olvidar que el ambiente revolucionario se venía forjando tiempo antes. Así estallan los intentos de pronunciamientos de Prim de junio de 1865 y agosto de 1867. En ambos contó con el apoyo de la Tertulia progresista, dirigida por Peris y Valero, y del club republicano L’entresol, presidido por Guerrero y Ludeña. Indirectamente por La Discusión, El Diario español, La Nación, Las Noticias y El Progreso constitucional, sabemos de un suplemento a Los Dos Reinos donde se da cuenta de los sucesos de Valencia. Estamos hablando de la causa que se siguió contra varios progresistas valencianos en una luctuosa y primaveral mañana de junio de 1866 donde se prendieron a ocho socios de la Tertulia. Tras de la libertad de los “cinco” vocales de la directiva de la Tertulia (Villalobos, Bañón, Montesinos, Viguer y Dechen), se dictó un auto de prisión contra otros tres individuos de la junta directiva de la Tertulia. Dos de ellos, León Sánchez-Quintanar y Lino Reig se presentaron a la autoridad competente; el tercero, Pascual Gisbert, estaba desde hacía días ausente de Valencia. A Lino Reig, vocal, se le detuvo y puso en libertad a las pocas horas. A pesar de lo que indicó la prensa de la época, León Sánchez-Quintanar no se pudo presentar ante la autoridad por hallarse ausente de la capital desde hacía días. Se encontraba en Madrid resolviendo un asunto personal. Desde la prensa, al menos desde la progresista, no se entendió lo que aconteció en Valencia con tan ruidosa conspiración, de que tanto se ocuparon los periódicos ministeriales. El partido progresista aprovecho este suceso para arrojar sobre el Gobierno el peor de los anatemas: el ridículo.
En Valencia, como en otros puntos del país, se encontraban suspendidas las garantías constitucionales. Menudeaban las multas por delitos de imprenta y la represión contra los “sediciosos” era efectísima por parte de las autoridades moderadas. Y mientras, el partido progresista y los demoliberales en el Aventino. Para salir de serenata se pedía licencia del Gobierno Militar. Cundían las deportaciones. Se estaba preparando un golpe sedicioso por parte de la Tertulia progresista de Valencia, presidida por José Peris Valero, donde acudían los farmaceúticos Castell, Capafons, Gatell, Domingo Roncall, los tres Azogardos, Zarzoso, Pascual y Genis, Ripollés, José Tárrega y otros como el catedrático de Medicina León Sanchez-Quintanar. Los trabajos para la insurrección con algunos jefes militares y sargentos de la guarnición de Valencia se hacían clandestinamente. En la Universidad, es el castellonense José Tárrega Torres quien amotina a los estudiantes, les arenga, y apoderándose de una bandera que se encontraba en el desván de la conserjería, capitaneará a la masa estudiantil de varias facultades recorriendo la ciudad vitoreando a Prim y a la Libertad.
La última noticia de la actividad política de Sánchez-Quintanar la encontramos en la exposición/protesta que la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia eleva a la Asamblea Nacional en abril de 1873 por la exigua asignación que el Ministerio de Fomento hizo a la citada Facultad para la adquisición de material con destino a la asignatura de Histología normal y patológica. León Sánchez es uno de los firmantes. En 1861 había sido uno de los profesores de Medicina, Cirugía y Farmacia de la Universidad de Valencia que suscribieron la exposición-manifestación en favor de Pedro Calvo Asensio, diputado y director de La Iberia, junto a centenares de comprofesores de Madrid y las provincias.
Obras
- “Dictámen que sobre la epizotia del ganado de cerda y vacuno, dio la comisión compuesta por los señores D. León Sánchez, D. José Rodrigo y D. José Abadés”, en Seminario de Medicina, I (1841), pág. 12.
- “Programa de Anatomía, Patología, Clínica Quirúrgica y Bendages”, en Universidad Literaria de Sevilla, en Oración de apertura para el curso de 1844 a 1845, Programas de enseñanza de las asignaturas que se cursan […] Sevilla, Francisco Álvarez, 1845, págs. 185-196.
- “Observación clínica de un aneurisma de la aorta ventral recogida en la Clínica quirúrgica”, en Archivo de Medicina Española y Extranjera, nº 2 (1846); pp. 273-283 y 328-332.
- Biografía del Doctor Don Juan Mosácula. Catedrático del Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos de Madrid, 1847 (Inédita).
- Soneto a Mosácula publicado en Anales históricos de la Medicina General de Anestesia Clínica (1847).
- Informe de los autores que han de servir para la asignatura de Patología quirúrgica, 1848 (Inédita).
- Reseña histórica del pleito entre el Doctor Sánchez Quintanar y D. P. Moya sobre remuneración de servicios facultativos. Valencia, Imprenta del Presidio, 1848.
- “Sobre si Francisco Núñez de Oria, autor del Tratado del Parto Humano, es diferente sujeto del autor del Aviso de Sanidad”, en Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, III (1852), págs. 36-38.
- Discurso pronunciado en el acto de conferir el grado de Licenciado a varios alumnos de la Facultad de Medicina, en: Discursos pronunciados en la solemne investidura de licenciados en la Facultad de Medicina […], Valencia, Imprenta S. de Lope, 1853, págs. 3-10.
- Informe acerca del Profesorado evacuado por encargo y acuerdo del Claustro de la Facultad de Medicina de Valencia, respondiendo a la invitación que le hizo el Exmo. Sor. Rector, en cumplimiento de la circular del Exmo. Sor. Ministro del ramo, en 4 de octubre de1853, sobre “Reforma de la Ley y Reglamento de Instrucción Pública”, 1853 (inédita)
- ¿La reunión de las heridas por primera intención es debida a una acción o función fisiológica o interviene la inflamación para producirla?, 1853 (inédita). Borrador de la memoria leída en la Academia de Medicina y Cirugía de Valencia.
- Nuevas consideraciones teórico-prácticas acerca de la inflamación ilimitada o no circunscrita llamada Flegmón difuso. Valencia, Imprenta José María Ayoldi, 1861.
- Memoria del estado y sucesos ocurridos en la Clínica Quirúrgica de ambos sexos, en la Facultad de Medicina, 1863 (inédita).
- “De la anestesia y medios anestésicos, bajo el punto de vista clínico”, en El Siglo Médico, XI (1864), págs. 403-406 y 436-438.
- Desarticulación de la rodilla a colgajos laterales semicirculares, con ablación de la rótula y membrana sinovial, a consecuencia de un violento traumatismo en la pierna. Abscesos oxifluentes y circunvecinos, absorciones pútridas e infección purulenta calentura consiguiente a este estado sudores, diarreas curación, 1865 (inédita).
- La inflamación al alcance de los cursantes de cirugía […]. Valencia, Imprenta Ferrer de Orga, 1871.
- La Biblioteca Quirúrgica Hispano-Lusitana [Recurso electrónico]. Micó, Juan, Fresquet, José L. y López, Mª Luz (eds.). Valencia: Universitat de València, 2003.
- La Biblioteca Médica Hispano-Lusitana [Recurso electrónico]. Micó, Juan, Fresquet, José L. (eds.). Valencia: Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación López Piñero, 2007-2008.
- Índice de los libros que contiene la pequeña Librería formada toda a espensas del Dr. Don León Sánchez-Quintanar (inéd.).
Referencias Hemerográficas
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Autor: Jacob Martínez López
Por: Diccionario Biográfico de Castilla-La Mancha
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