En mayo de 1611, hace poco más de 400 años, el rey Felipe III encarga al Conde de Salazar, la expulsión de los moriscos de las Provincias de Castilla la Vieja y Nueva, Reino de Toledo, Mancha y Extremadura.
Se expulsan de España 11.317 moriscos que se registran en Burgos, además de otros 10.000 que salieron por Cartagena. Muchos de ellos malvendieron sus casas y posesiones, van tan pobres de todo, que se les tiene que dar limosna por los caminos que les llevan al destierro fuera de su nación. Los que llevan dinero, joyas y bienes, tienen que entregar la mitad a la Hacienda del rey, para ello se colocan comisarios, en los puertos de paso, encargados de cobrar el impuesto. Solo quedan los moriscos que pueden probar que son cristianos viejos, es decir, los que llevan varias generaciones convertidas al cristianismo o los que están pleiteando para conseguir ese estado.
En la Provincia de la Mancha se cuentan 1.707 casas expulsadas, que suponen un total de 8.340 personas.
De "La Mota el Cueruo", nuestra amada Mota, salen expulsadas 51 familias, 255 personas. Moriscos que convivieron con nuestros padres, que dejaron alguna huella en nuestra querida tierra, que rieron y lloraron con nosotros. Nuestras generaciones futuras deben conocer estas historias para que nunca, nunca, nunca jamás se vuelva a repetir.