ÚLTIMAS NOTICIAS DE LA ASOCIACIÓN

Volver a Noticias

La Visita al Dr. Zarco

La Visita al Dr. ZarcoAunque habíamos respetado su tiempo de descanso, él no la había hecho consigo mismo y ya estaba impaciente esperando nuestra llegada.

Llegamos antes de la hora acordada, estábamos charlando en el portal de la casa, sin preocupación alguna, haciendo tiempo hasta que llegase el momento, mi amigo José Manuel González Mujeriego y yo, cuando apareció María Luisa, su mujer, quien nos invitó a subir muy amablemente y fue quien nos informó de la impaciencia de la espera. Entramos al bonito piso madrileño. En el pasillo, como no podía ser menos, un falso ventanal con un cristal tallado de imágenes de molinos, que bien podría ser la Sierra de La Mota.

Esa persona entrañable y cariñosa, el doctor D. José Zarco Castellano, nos recibió con alegría, nosotros más porque teníamos por delante un par de horas, tiempo que nos habíamos fijado para no cansar a nuestro anfitrión.

Sin más preámbulos comenzó a deleitarnos con infinidad de historias, de personas, de épocas lejanas, de lugares conocidos y por descubrir, de un tiempo pasado, cuando éramos niños que evocaba nuestra nostalgia y añoranza, tal era nuestra expectación que no hacíamos caso cuando nos decía que comiéramos alguna pasta y una deliciosa mistela (del Tomelloso, según nos insistió) que nos ofrecía continuamente y que al fin probamos. No parábamos de preguntar y escuchar, D. José tiene una conversación amena y fluida, recuerda todos y cada uno de sus coetáneos, pero también sus ancestros y los futuros que vendrían, familias enteras con nombres y apellidos, como ocupaban su tiempo, que cosas graciosas les ocurrió, así como alguna triste, es un verdadero portento, una memoria prodigiosa, un pozo de cultura y sabiduría.

Llegados a este punto me explicó nuestro parentesco, su abuela Emilia Contreras Ruiz de Valbuena era hermana de la abuela de mi padre, Isabel. Lamenté no haberle conocido antes, no solo por la familia, sino por todo lo que había dejado de aprender por no estar a su lado. Casualidades del destino, hablando de los familiares, José Manuel y yo teníamos un punto común de Contreras.

Estábamos tan embriagados con la instructiva y amigable charla (D. José nos obligó a tutearle, aunque la primera frase siempre iba con el don delante) que el tiempo voló, cuando miramos nuestros relojes ya estábamos a punto de alcanzar las 10 de la noche, habían transcurrido más de dos horas del tiempo previsto. Aún la despedida fue larga, escuchando nuevas historias de pie antes de abandonar su domicilio, yo intuí que no quería dejarnos escapar, tenía que decirnos todo lo que tenía en su maravilloso cerebro, tampoco nosotros deseábamos irnos, pero no podíamos cansar más a nuestro querido
amigo. Solo una foto para recordar tan memorable encuentro.

Cuando caminaba junto a él por el pasillo de su casa, le dije, - José quiero que nos dures mucho tiempo- , él me respondió con naturalidad, moviendo un poco la cabeza en señal de negación -Enrique, lo que Dios quiera-, ojalá Dios le mantenga con nosotros un tiempo muy largo, el tiempo necesario para que nos cuente a cada uno las historias de La Mota que conoce o hasta que se canse de contarlas.

Al siguiente día todavía permanecía en mi interior los ecos de sus historias, quedó en mí una paz, un cariño y el recuerdo entrañable de su persona. Gracias Dr. Zarco por dedicarme ese breve, pero intenso, instante de su vida.