Dedicada a la Sra. Dª. Pilar Arinero, alcaldesa de la villa de El Toboso, que tuvo la gentileza de recibir una comisión de la Asociación de Amigos por la Historia de Mota del Cuervo, nos atendió muy amablemente dedicándonos su escaso tiempo y tuvo la paciencia de escuchar nuestros proyectos comunes para la Mancha Santiaguista. Continúa en la actualidad siendo esa buena alcaldesa de ese gran pueblo que es El Toboso; que sea por muchos años.
Licencia de obras del concejo de El Toboso en 1530
Como sucedía en casi todas las villas de la Mancha Santiaguista, la Plaza Pública de la Villa de El Toboso era poco más que un ensanche de la calle Mayor, Principal o Real, según como fuera la denominación de la misma en cada pueblo en particular, esto mismo ocurría con la Plaza de La Mota.
Estamos en el año 1530, en el primer tercio del s. XVI. Hace unos 40 años que los vecinos han abandonado la Edad Media, gracias al impulso que han proporcionado los Reyes Católicos, para entrar en una nueva era bajo el gobierno de su nieto, el César Carlos.
Plaza de la villa de El Toboso
El Toboso era una población cerrada y compacta sobre su cerca medieval, de la que aún quedan restos muy bien conservados, las casas se hacinaban en ese recinto cerrado, no quedando mucho espacio libre para tener una Plaza Pública, lo suficientemente amplia que sirviese de reunión de los vecinos y encuentro para los grandes acontecimientos.
La población había crecido desde los 210 vecinos, que vivían en la villa en el año de 1500, hasta los 255 vecinos, unos 1275 habitantes, en el presente año de 1530, entre ellos podemos encontrar a 14 caballeros cuantiosos o de cuantía, cuyos nombres conocemos:
Alonso Ortiz
Fernando de Villanueva
Gabriel de Villanueva
Andrés Fernández
Francisco de Morales
Carlos Martínez
Pero López Serrano
Juan Martínez de Esteban Martínez
Pero Martínez Arco el viejo
Juan Martínez de Alexo
Pero Martínez Panduro
Juan Díaz el mozo
Pero López de Miguel López
Diego López el Poderoso
Estos caballeros de cuantía daban una idea de la riqueza de una determinada villa, El Toboso era un pueblo que se podía considerar afortunado, comparado con La Mota, donde solo había nueve caballeros cuantiosos para una población de 320 vecinos.
La caballería de cuantía fue una milicia urbana que crearon los reyes castellanos, para asegurarse un cuerpo de ejército de rápida formación, cuando era necesario para ataque o defensa de un enemigo común, tuvo su razón de ser en tiempos de las luchas con los reinos musulmanes. Estaba formada por personas que disponían de unas rentas de unos 150.000 maravedís en esta época de 1530, es decir, las personas de mayor riqueza de la población. Se les obligaba a mantener armas, lanza y caballo disponibles para cuando fueran llamados por el rey, haciendo alarde de ellos al tiempo de la festividad de San Juan en las plazas de las villas santiaguistas, a cambio estaban exentos del pago de impuestos y pechos. En las visitas de los visitadores de la Orden de Santiago se comprobaba si disponían de todo su armamento y caballo, en caso contrario eran castigados con penas monetarias y se les emplazaba a tenerlos en la próxima visita.
El Toboso disponía en 1530 de dos edificios civiles de importancia, la Casa de Bastimento o Tercia Real, de la que existen actualmente ciertos restos en la Plaza del Arco, en el edificio donde se encuentra la panadería, y el Hospital de Pobres, de la advocación de San Agustín, situado cerca de la Plaza de la villa, mandado construir por el concejo.
Ospital
Continuando la dicha visytaçión, los dichos visitadores, visytaron un ospital de Santo Agustín que ay en la dicha villa, çerca de la Plaça, el qual a fecho el conçejo, de la dicha villa, por devoçión
La Tercia Real había sido mandada construir en tiempos de Fernando el Católico, bajo la supervisión de su maestro de obras Hernando Ruiz de Alarcón, pero por diversos motivos no se había llevado a efecto hasta el comienzo del reinado de su nieto Carlos I. Como mencionan los Libros de Visitas de la Orden de Santiago, fue construida para guardar los diezmos de pan y vino correspondientes a la Mesa Maestral, es decir, los correspondientes al emperador Carlos como Administrador Perpetuo de la Orden.
La planta inferior tenía un par de jaraíces, lagares para pisar la uva, el mosto así obtenido se guardaba allí mismo en 30 tinajas fabricadas en los hornos del Toboso, tinajas que fueron famosas en todo el reino de Castilla y que llevaban la firma de la villa. La planta superior se utilizaba para guardar el pan, el trigo y la cebada, almacenados en trojes, pequeños muros que servían para separar los dos tipos de cereales mencionados. Tuvo un arco de sillería para entrar en la bodega y una escalera de piedra labrada, por el exterior de la fachada, para subir hasta la panera del piso superior. El techado de madera y teja, era un arte de ingeniería para la época, del que quedan restos de vigas en algunas de las viviendas del edificio mencionado con anterioridad.
Casa de Bastimento
Ay, en la dicha villa, una casa de bastimento, en donde se echa el diezmo del pan e vino que se coge en la dicha villa. Es una casa fecha de cal y canto, bien labrada. En lo alto se echa el pan y en lo baxo se echa el vino. Tyene, esta bodega, treynta tinajas.”
Junto a los diezmos de pan y vino, la Mesa Maestral recibía los otros siguientes diezmos:
Diezmos de ganados, queso y lana.
El pedido ordinario y la escribanía que valían 8.212 maravedís.
Diezmo de mozos, potricos, borricos, becerros, muletos, miel y cera.
Se cobra también un portazgo.
Además de la iglesia parroquial existían varias ermitas para el culto de los fieles toboseños:
San Benito que estaba dentro de la cerca de la villa, incluida en el conjunto arquitectónico del Monasterio de la Concepción, regentado y cuidado por las Hermanas Clarisas, con las paredes de cal y canto hechas hacía poco tiempo. Era de una nave, con un techado de madera de pino bien labrado, montado a hilera. Tenía una entrada con sus buenas puertas y cerradura. La ermita había sido mandada construir por el concejo, cuyos alcaldes y regidores nombraron al mayordomo de ella, cuyo cargo había recaído en el vecino Pablo Panduro, con la misión de recoger limosnas para su conservación y mantenimiento.
Nuestra Señora de los Remedios. Era un cuerpo de ermita de una nave, construida a cal y canto. La capilla cubierta de madera de pino montada a par y nudillo; tenía instalada una reja de madera que la separaba del resto de la ermita. En el altar, cubierto por una sábana y unos manteles, había una imagen de Nuestra Señora. Tenía algunos bienes, un cáliz de plata con su patena, un vestido de lienzo con sus accesorios, una lámpara de azófar, dos candelabros, una cruz pequeña y un esquilón. Era mayordomo de ella Antón Martínez de Arriba, que había recogido de limosnas 3.820 maravedís y 3 fanegas de trigo.
San Sebastián estaba situada junto a la villa, (nótese que estaba en la parte exterior de la cerca, por eso se dice que estaba junto a ella pero no en su interior).
Era de una sola nave, con las paredes de tierra y unos pilares de yeso donde apoyaban las vigas de madera de pino. En el altar había una imagen de San Sebastián y otra de Santa Catalina; se había vestido con un frontal pintado, unos manteles y una lámpara de latón.
Así era la villa del Toboso en este año de 1530. Los oficiales del consejo, alcaldes y regidores, estaban orgullosos de su pueblo, de todas las obras que habían realizado para engalanarlo y facilitar la vida a sus convecinos, pero, como buenos regidores, no se habían contentado con lo que tenían sino que deseaban darle mayor categoría aún si cabe.
Durante la visita a El Toboso del licenciado Almodóvar, alcalde mayor del Partido de Ocaña, al que pertenecían los pueblos de la Mancha Santiaguista, se había visto que la Plaza de la villa era pequeña para la categoría del pueblo y lo que había crecido en los últimos años, así que, entre todos, acordaron que el concejo comprase dos casas aledañas a ella y se derribasen para aumentar el espacio disponible. También se decidió hacer unos nuevos pozos de agua dulce, para abastecer la creciente demanda de ella por parte de los vecinos.
Pozos de agua dulce en El Toboso
En los primeros años del s. XVI existieron dos Partidos, el de Ocaña que gobernaba los pueblos de la Mancha Santiaguista, y el de Villanueva de los Infantes que gobernaba los del Campo de Montiel, cada uno con su gobernador, alcalde mayor, alguaciles, escribanos, amén de los funcionarios necesarios para su control. Al comienzo del reinado de Felipe II, en el año sesenta y cuatro, para realizar un mejor control de las villas, el Partido de Ocaña se partió en otros tres, Uclés, Ocaña y Quintanar, quedando Villanueva de los Infantes como estaba. Por interés en el conocimiento de las villas de la Mancha Santiaguista que integraban el Partido del Quintanar, las enumero a continuación: Cabezamesada, Campo de Criptana, Corral de Almaguer, Los Hinojosos de la Orden, Miguel Esteban, La Mota, Pedro Muñoz, La Puebla de Almoradiel, La Puebla de don Fadrique, Quintanar, Socuéllamos, El Toboso, Villaescusa de Haro, Villamayor de Santiago y Villanueva de Alcardete.
Las nuevas obras a realizar, como sucede en la actualidad, se realizaban con cargo a impuestos que se imponían a los vecinos pecheros, y estas no podían ser menos, más teniendo en cuenta que el ayuntamiento de El Toboso no disponía de propios ni rentas con que sufragar los gastos. Por otro lado, el concejo no podía alegremente poner una cantidad y cobrarla directamente a las personas, sino que debía solicitar permiso al Consejo de Ordenes, institución que creó el rey Carlos I para controlar los pueblos y villas de las Ordenes Militares, cuando fue nombrado Administrador Perpetuo de las mismas por el papa Adriano VI, su antiguo consejero Adriano de Utrecht.
Por este motivo, a través del escribano del ayuntamiento, escriben carta al Consejo de Ordenes solicitando licencia para hacer las obras; piden les sea concedido una cantidad de 60.000 maravedís a repartir entre los vecinos. Los señores del Consejo de Ordenes piden informes al alcalde mayor del Partido de Ocaña, licenciado Almodóvar, y como fueron favorables, en nombre del rey Carlos, dieron su aprobación, pero solo concedieron una cantidad de 40.000 maravedís, bastante inferior a lo solicitado, pensando en no gravar en demasía a los vecinos.
Don Carlos, etc, a vos el concejo, alcaldes, regidores, ofiçiales y onbres buenos dela villa del Tovoso, salud e graçia.
Sepades que en el my Consejo dela dicha Orden, fue vista una petiçión que, por vuestra parte, fue en él presentada, por la qual me hizistéis relaçión que el liçençiado Almodóvar, alcalde mayor deste Partydo, visytando esa dicha villa, nos mandó ensanchar la plaça della y conprar dos casas para hazer la dicha ensancha, e hazer çiertos pozos de agua dulçe de que tenéys mucha neçesidad.”
Además ordenaron que se entregase el dinero a una persona de confianza y se comprase un libro de cuentas, donde se asentaran los maravedís gastados en las obras referidas, a saber, el ensanche de la Plaza, la construcción de los pozos de agua dulce, más otras que se estaban haciendo o se debían de hacer, reflejadas con posterioridad en el escrito al Consejo. Estas otras obras fueron, la terminación de una nueva torre que se estaba construyendo y la reparación de las casas del cabildo y del ayuntamiento.
E que porque ansy, para la paga delo que costare, como para cobrar una torre que tenéys començada en la dicha villa, e para reparar las casas del cabildo e ayuntamyento della, no tenéys propios ny rentas, que me suplicávades e pedíades por merçed, vos mandase dar liçençia para hazer repartimyento entre los vezinos desa dicha villa, hasta en quantía de sesenta myll maravedís, que, para lo susodicho, dezís que serán menester o como la my merçed fuese.
E ansí vista la dicha petiçión e çierta ynformaçión, sobre ello avida, del alcalde mayor, fue acordado que devía mandar dar esta my carta en la dicha razón. E yo tóvelo por bien.
Por la qual vos doy liçençia y facultad para que podáys haser repartimyento entre los vezinos desa dicha villa, hasta en quantía de quarenta myll maravedís, los quales hazed cojer e deposytar en poder de persona llana e abonada, para que se gasten en la paga delo susodicho e no en otra cosa alguna. E tened libro çierto e verdadero de como los repartyedes e gastades, para que deys de ello cuenta a la persona que, por my mandado, la oviere de resçibir.”
Se firmó la carta, por el secretario Guerrero, en Ocaña, el 21 de noviembre del año 1530.
Esta es la historia del buen hacer de los regidores de El Toboso en el siglo XVI, pendientes de las necesidades de sus vecinos, gastando el dinero público en mejoras para disfrute de la comunidad.
He de decir que, en la actualidad, los toboseños deben estar orgullosos de sus regidores, quienes siguen mirando por el engrandecimiento de ese gran pueblo de la Mancha Santiaguista, con tantas raíces cervantinas. Viene a mi memoria el buen gobierno del anterior alcalde D. Marciano Ortega Molina, continuado por el de la actual alcaldesa Dª. Pilar Arinero. Felicidades a ambos por elevar a El Toboso al lugar que le corresponde.
Bibliografía:
AHN,OM,AHT,Legajo 71867
AHN,OM,UCLÉS,L.1081
La monarquía hispánica en tiempos del Quijote, Porfirio Sanz Camañes