Fortalezas y casas fuertes, 1478

Autor: Enrique Lillo Alarcón
ISSN 2386-5172 - Serie: XV-19
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Enrique Lillo Alarcón
Autor: Enrique Lillo Alarcón

Villamayor

Existió un cortijo fortaleza, que según la anterior visitación, era como sigue:

Un cortijo hecho de cal y canto, rodeado por una cerca. En los extremos de la cerca, se situaban dos buenas torres y un torrejón, fabricados de cal y canto. Dentro del cortijo hay dos casas de bastimento, pertenecientes a la mesa maestral, una está fabricada de cal y canto y la otra de tapias dobladas, debajo tiene una cueva para guardar vino y encima una cámara para guardar pan.

El Rey don Fernando (Fernando el Católico) lo manda destruir al concejo y éste lo hace, debido a que tropas del marqués de Villena se debieron introducir allí, en algunas ocasiones, desde donde recibieron y recibían grandes daños.

Los dos personajes que ayudaron a don Diego López Pacheco, segundo marqués de Villena, a derribar los castillos y fortalezas de La Mancha, durante la guerra de sucesión, fueron: Gonzalo de Villafuerte, comendador de Oreja y Lope Vázquez de Acuña que había heredado las posesiones de su padre, del mismo nombre, en Cuenca; era, por tanto, señor de Azañón, siendo después primer duque de Viana y primer duque de Huete; casó con María de Mendoza, hija de Diego Hurtado de Mendoza, segundo señor de Cañete. 

Campo de Criptana

Existió una fortaleza, situada en el cerro donde actualmente está la ermita de la Virgen de Criptana, en el camino hacia Pedro Muñoz.

Cuando los visitadores fueron a verla, la encontraron medio destruida, algunos de los muros estaban todavía en pie, tenían la altura aproximada de un hombre. Tenía una torre del homenaje, en cuyo interior había un pozo que daba mucha agua, este dato fue proporcionado por Martín Fernández de Villaescusa, caballero de la Orden, que fue alcaide de dicha fortaleza.

El rey don Fernando la mandó destruir a los concejos de La Mancha, pero fue el concejo de Alcazar de San Juan quién se ocupó de su destrucción (Libro de Visita del año 1480), seguramente, debido a su cercanía con el Priorazgo de San Juan, así quitaban una fortaleza que pudiera afectar a San Juan de su competidora Santiago. Probablemente, se destruyó en tiempos del Maestre don Alonso de Cárdenas, a finales de 1477 o principios de 1478, ya que se dice en el Libro de Visitas, "e que después que el Maestre, nuestro señor, es Maestre, lo derribaron los dichos conçejos". 

Alonso de Cárdenas, fue elegido Maestre de la Orden, el 30 de Noviembre de 1477, en el Capítulo General celebrado en Azuaga. Anteriormente se auto nombró Maestre en San Marcos de León, frente a Rodrigo Manrique que se nombró en Uclés. A la muerte de Rodrigo Manrique, la reina Isabel consiguió que nombrasen Maestre a su marido, el rey Fernando, Alonso de Cárdenas está molesto por esta situación, ya que esperaba ser nombrado maestre en las dos Provincias. El rey Fernando actúa sagazmente, necesita la ayuda económica y poder militar del Maestre, tanto para la consecución de la guerra de Sucesión, como para continuar en la guerra contra el reino de Granada, así, a cambio de unos tres millones de maravedís y el compromiso de apoyo con sus tropas, le cede la administración de la Orden.

Por las cercanas fechas comentadas, de nombramiento del nuevo Maestre y de realización de la visita, la fortaleza no se encuentra totalmente destruida y comentan que es una pena que se haya hecho, ya que está cercana a las tierras del marquesado (Belmonte) y a las del Priorazgo de San Juan (Alcázar).

A los pies del castillo tiene la encomienda, una huerta y varias casas, que habían sido arrendadas, por los visitadores anteriores, a Antón Sánchez, hortelano de Criptana. Hay también una dehesilla y un campo de olivas.

Torre Vejezate

Existía una torre muy deteriorada. Era cabeza de la encomienda, pero estaba perdiendo su privilegio en favor de Socuéllamos, el comendador Lorenzo de Mejía ya se había traslado allí hacía tiempo.

Los visitadores anteriores la mandaron reparar, para ello habían concedido, al comendador, 2.000 maravedís de las penas de los vecinos de Socuéllamos, pero éste los había gastado en mejorar la casa que tenía la Orden allí. Por contra, Lorenzo Mejía, la había mandado destruir, debido a que tenía miedo que se hiciera fuerte algún caballero en dicha torre y por no tener peones para que se quedasen a guardarla.

[Signatura: AHN,OM,UCLÉS,L.1063]

Por: Enrique Lillo Alarcón
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