Los hechos transcurren en La Mota del Cuervo, villa perteneciente a la Orden de Santiago, en la Provincia de Castilla y el Partido del Quintanar, y en la villa de Madrid, durante el año 1616, coincidiendo a su vez con el año del fallecimiento de don Miguel de Cervantes.
El hermano Antonio Fernández Maroto, natural de Manzanares, pero estante en la villa de La Mota, ejercía oficio de ermitaño en la ermita de Nuestra Señora del Valle, extramuros de la villa. Un día de Cuaresma, cuando los feligreses salían de rezar de la ermita del Santo, se subió en una silla y se puso a predicar en medio de la calle Mayor. Enseguida, uno de los clérigos avisó al señor alcalde, don Alejo Nieto, quien mandó un alguacil para detenerle. Se resistió a la autoridad, pero entre varias personas consiguieron reducirle y llevarle preso a la cárcel de la villa. Estando allí encerrado, acusó al médico, doctor Andrés Ontiveros, diciendo que le había entregado para que le guardase 500 reales en doblones de oro, reales de plata y otras monedas; mientras que el doctor decía que era falso, que solo le había dado a guardar dos ducados.
Se celebró juicio ordinario, por la justicia de La Mota y le dieron sentencia de 10 años de destierro.
Consintió la sentencia para que le dejaran libre y se fue a Madrid, donde buscó un procurador que le representase ante el Consejo de Órdenes, para provocar un nuevo juicio de apelación.
La carta que presentamos es de su procuración, en la que, como dice que no sabía escribir, firma por él unos de los tres testigos presentes:
Y porque el dicho otorgante, que doy fe conozco, dixo no saver escrivir, a su ruego firmó por él un testigo.
Françisco de Quevedo
Francisco de Quevedo había regresado a Madrid de vuelta de un periplo italiano a las órdenes del tercer Duque de Osuna, don Pedro Téllez-Girón, en calidad de su secretario.
Una vez en Madrid, Quevedo, se relaciona con la gente, deudos y entorno del Duque de Lerma, con objeto de conseguir el nombramiento de virrey de Nápoles para su señor el Duque de Osuna; no tiene pudor en sobornar a distintas personalidades hasta llegar a lograr del Duque de Uceda y de Luis de Aliaga, confesor del rey Felipe III, el nombramiento de su señor. Cuando consigue su propósito embarca en Cartagena y llega a Nápoles a mediados de septiembre de ese año.
El Rey, su Corte, el Consejo de Órdenes, audiencias, juzgados, personalidades y todo el entorno político y social de la época se movía en el Real Alcázar de Madrid, destruido en 1734 por un incendio. Francisco de Quevedo estaría preparando su próximo viaje a Nápoles para acudir con su señor Duque de Osuna, a quien había conseguido el virreinato y, por tanto, se movería en ese entorno del Real Alcázar.
¿Por qué firma como testigo en esa carta de poder y procuración?
Dos razones se me ocurren:
1) Porque conocía a alguno de las personas que intervenían en la carta: el escribano que la redacta, el procurador que se nombra, o ¿por qué no? Al mismo Antonio Fernández Maroto, porque de los tres testigos presentes él elige a Francisco de Quevedo para que firme en su nombre.
2) Porque en ese momento estaba en el Real Alcázar, le invitan a que sea testigo y él acepta.
Sea como fuere, esta carta aporta un nuevo dato a la biografía de un literato tan ilustre como don Francisco de Quevedo, pues nos determina que todavía el 8 de agosto de 1616 se encontraba en Madrid y aún no había iniciado su viaje a Nápoles.
Carta de poder y procuración de Antonio Fdez. Maroto. Firma Francisco de Quevedo en su nombre
Transcripción de la página 157 del manuscrito, excepto las letras de molde que se leen perfectamente.
[pág. 157]
En la villa de Madrid, a ocho días del mes de agosto de mil y seisçientos y diez y seis años, ante mí, (Alonso de Serrano), y testigos, el hermano Antonio Fernández, hermitaño, natural dela villa de Mançanares, dixo que dava e dio su poder cumplido, qual de derecho se requiere a Gerónimo de (Niso), procurador delos Consexos, para que en su nombre pueda seguir quales quier causas que contra él an seguido Alexo Nieto, alcalde hordinario dela villa de La Mota, delas sentençias delas quales tiene apelado.
[Texto de la procuración en letras de molde]
Siendo testigos, Françisco de Quevedo, y Bartolomé de Granada, y Domingo de Texeda, estantes en la Corte.
Y porque el dicho otorgante, que doy fe conozco, dixo no saver escrivir, a su ruego firmó por él un testigo.
Françisco de Quevedo
Ante my, Alonso de (Serrano)